De los cuatro evangelistas, sólo dos, Mateo y Marcos, con verdadera similitud, aluden con cierto detalle a la intervención de los testigos falsos para acusar a Jesús. Curiosamente, hasta el pasaje de ambos tiene el mismo titular: Jesús ante el Sanedrín. En síntesis los dos evangelios vienen a decir:
Los príncipes de los sacerdotes y todo el sanedrín buscaban falsos testimonios contra Jesús para condenarle a muerte, pero no los hallaban aunque se habían presentado muchos falsos testigos. Al fin se presentaron dos, que dijeron: Este ha dicho: Yo puedo destruir el templo de Dios y en tres días reedificarlo. Levantándose el pontífice le dijo: Te conjuro por Dios vivo a que me digas si eres tú el Mesías, el Hijo de Dios. Díjole Jesús: Tú lo has dicho. Y yo os digo que un día veréis al Hijo del Hombre sentado a la diestra del Padre y venir sobre las nubes del cielo. Entonces el pontífice rasgó sus vestiduras: Ha blasmefado. ¿Qué necesidad tenemos de más testigos?.
La abundancia de falsos testimonios — el hacer leña del árbol caído ha sido siempre un reiterado y avieso deporte en todos los tiempos — se corrobora en los Evangelios Apócrifos de la Pasión y Resurrección, y muy concretamente en las Actas de Pilatos, de las que, en breve resumen, es de resaltar algún que otro pasaje:
1.- Después de haberse reunido en consejo los príncipes de los sacerdotes y los escribas, Anás, Caifás, Semes, Dothaim, Gamaliel, Judas, Leví, Neftalí, Alejandro y Jairo y los restantes entre los judíos, se presentaron ante Pilatos acusando a Jesús de muchas fechorías, diciendo: Tenemos una ley que prohíbe curar a alguien en sábado; pues bien, éste, sirviéndose de malas artes, ha curado en sábado a cojos, jorobados, impedidos, ciegos, paralíticos, sordos y endemoniados.
2.- Más los ancianos de los judíos respondieron a Jesús: ¿Que es lo que nosotros vamos a ver?. Primero, que tú has venido al mundo por fornicación: segundo, que tu nacimiento en Belén trajo como consecuencia una matanza de niños: tercero, que tu padre José y tu madre María huyeron a Egipto por encontrarse cohibidos entre el pueblo.
3.- Y entrando de nuevo Pilatos en el pretorio, llamó a Jesús por separado y le dijo: ¿Tú eres rey de los Judíos?. Respondió Jesús: ¿Dices esto por cuenta propia o te lo han dicho otros acerca de mi?. Pilatos replicó: ¿Pero es que soy yo acaso también judío?. Tu pueblo y los pontífices te han puesto en mis manos, ¿qué es lo que has hecho?. Respondió Jesús: Mi reino no es de este mundo, pues de lo contrario, mis servidores hubieran luchado para que no fuera entregado a los judíos; pero mi reino no es de aquí. Dijo entonces Pilatos: ¿Luego tú eres rey?. Respondió Jesús: Tú dices que yo soy rey; pues para esto he nacido y he venido al mundo, para que todo el que es de la verdad, oiga mi voz. Díjole Pilatos: ¿Que es la verdad?- Respondió Jesús: La verdad proviene del Cielo. Dijo Pilatos: ¿No hay verdad sobre la tierra?. Y respondió Jesús a Pilatos: Estás viendo cómo son juzgados los que dicen la verdad por los que ejercen el poder sobre la tierra.
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En la Corporación Bíblica Los Testigos Falsos pontanesa, se presentan a tres personajes, dos de ellos ya descritos, como son la destrucción del templo y la sedición del pueblo con la afirmación Yo soy el rey de los judíos. El tercer personaje, en cambio, tiene menos matices de testimonio contra Jesús, pues fue una trampa que le tendieron sus adversarios en otro contexto al plantearle si deberían dar tributo a Jehová o a los romanos, con el peligro de responder con palabras que le enemistaran con cualquiera de las dos propuestas. Jesús pidió una moneda y preguntó de quién era la efigie que aparecía en relieve. Del Cesar, le replicaron. Y sin meditar mucho la respuesta, Jesús contestó tajante y salomónico: Pues dad al César lo que es del César y a Dios lo que es de Dios. Con lo cual no tuvieron argumentos contra él los que le hicieron tan perversa pregunta.