Cuarto Sábado de Cuaresma – Mirando al Futuro
Con el objetivo responsable de mantener vivas las tradiciones de nuestra incomparable Semana Santa, de transmitir el estilo, la forma y la propia idiosincrasia de la Corporación de Los Testigos Falsos, se instituye en la Corporación el Cuarto Sábado de Cuaresma para compartir nuestras vivencias con los hijos y amigos de los hermanos con una edad manantera jovén.
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Suele ser una manifestación espontánea y sincera de lo que es y supone un sábado de Cuaresma en una Corporación.
Las cuarteleras, las uvitas, las intervenciones con aire joven, en definitiva un espejo donde los mayores sacamos nuestras conclusiones positivas. Ellos son esa noche los protagonistas, porque dentro de poco tiempo tendrán que coger la responsabilidad de mantener vivas las enseñanzas recibidas.
También tiene esa celebración el objetivo de poder incorporar a la Corporación a esos hijos de hermanos que mantengan ese deseo de seguir con la tradición familiar, de seguir los pasos de sus mayores. En una apuesta por el futuro, ya sabemos que las personas pasan y los grupos permanecen y para que esto ocurra se necesita en todos los sitios el innegable relevo generacional. Se vislumbran posibles incorporaciones, se guardan en el recuerdo ilusiones renovadas, se viaja en el tiempo y en definitiva, se hace una gran Corporación en ese día.
Ser manantero hijo mío
no es cantar como un poseso
las últimas melodías
de moda en ese momento
ni tampoco cuarteleras
gritando con desenfreno
y la voz aguardientosa
de un borracho marinero,
no es recorrer nuestro pueblo
con un tambor maltemplao
poniendo cara de entierro
ni coger una gran mona
cosa de poco acierto
y pasearse con ella
vestido de rebateo
golpeando con el cirio
los adoquines del suelo,
no es dejarse siete días
la misma ropa en el cuerpo
ni vestirse de figura
y menos de Nazareno
mirando hacia los balcones
con gesto carnavalero.
Ser manantero hijo mío
es algo mucho más serio,
es tener un corazón
que no te quepa en el pecho,
es amar a todo el mundo,
a tu hermano, al forastero,
ser humilde, ser cristiano,
cuando haya que ser alegre,
ser alegre como el agua
de un juguetón arroyuelo,
y llorar gotas de sangre
al pasar el Nazareno.
Si la Virgen es la rosa,
tu debes ser el jardinero
que le corte las espinas,
y de la cruz de Jesús
debes ser carpintero
que rebaje las aristas
y convierta ese maero
en un confortable lecho.
Por amor, por manantero,
es ayudar al humilde,
es servir a cada hermano,
es abrir tu corazón
en cada apretón de manos.
Respeta los manantiales
en los que antes bebieron
pontanenses que se han ido.
Viste los mismos ropajes,
sigue los mismos ejemplos
que dieron a nuestros padres
con cariño sus abuelos.
¡Lucha por nuestra mananta!
en las sombras y en silencio
se guardián firme y fiel
de la tradición del pueblo.
Y cuando el Terrible quiera
llevarte con Él al cielo
entra por la puerta grande,
y al que este allí de portero
enséñale con orgullo
tu corazón manantero.